jueves, 19 de septiembre de 2013

Yo lo soñé impetuoso, formidable y ardiente; Hablaba el impreciso lenguaje del torrente; Era un mar desbordado de locura y de fuego, Rodando por la vida como un eterno riego. Luego soñelo triste, como un gran sol poniente que dobla ante la noche la cabeza de fuego; Después rió, y en su boca tan tierna como un ruego,sonaba sus cristales el alma de la fuente. Y hoy sueño que es vibrante, y suave, y riente, y triste, que todas las tinieblas y todo el iris viste; Que, frágil como un ídolo y eterno como Dios, Sobre la vida toda su majestad levanta: y el beso cae ardiendo a perfumar su planta en una flor de fuego deshojada por dos... por Delmira Agustini




  






 





 



 





 














 
















 





















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